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Biodesprogramación: Herpes
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El herpes es el nombre de un grupo de virus que causan dolorosas ampollas y llagas. En este sentido, la medicina oficial reconoce dos tipos de herpes de acuerdo a dos tipos de virus. El tipo 1 se relaciona con el herpes labial o ampollas alrededor de la boca, lo que conocemos coloquialmente como “fuego”. El tipo 2 causa llagas en los órganos sexuales. Las llagas y ampollas pueden presentarse en algunas de las siguientes partes del cuerpo: glúteos, muslos internos, recto, ano, boca, uretra, vulva, vagina, cuello del útero, pene, escroto. El herpes suele aparecer por brotes y su recurrencia de aparición suele variar de persona a persona.
De acuerdo con la medicina oficial, ninguno de los dos tipos de virus suele sobrevivir a temperatura ambiente, por esta razón, se considera que el herpes se transmite por contacto con la zona infectada, ya sea la boca o los órganos sexuales, o por contacto con lugares en que esa zona infectada tuvo contacto, como la superficie de un vaso.
El herpes no siempre presenta síntomas o suelen confundirse con otros problemas de la piel, pero algunos de los síntomas de los dos tipos de herpes pueden incluir:
- Brotes de llagas dolorosas.
- Comezón en la zona afectada.
- Dolor al orinar.
- Flujo vaginal.
- Síntomas similares a los de la gripe: dolores corporales, fiebre y dolor de cabeza.
El herpes desde la Biodesprogramación.
Desde la biodesprogramación, los problemas de la piel se relacionan principalmente con la separación, o sea, con la falta de contacto. El herpes nos indica que hay un estrés que estoy haciendo debido a que existe una pérdida de contacto, hay un contacto forzado o hay un arrepentimiento.
Hacemos estrés en la piel cuando hay una frustración porque no puedo realizar ciertos deseos o me siento impotente e incapaz. Por ejemplo, quiero que alguien deje de besarme y no lo hace o, al contrario, quiero que alguien me bese pero no lo hace, cualquiera de los dos casos podría provocar que el herpes aparezca en los labios.
Esta impotencia tiene conexión, entre otras cosas, con la separación. Las zonas que generalmente sufren de herpes son los labios y los órganos sexuales, áreas que se relacionan con el tener intimidad con las personas que queremos, por esta razón, el herpes indica que hay una situación en la cual existe una separación de una persona con la que solía tener contacto. El herpes genital puede aparecer si hay ausencia de contacto sexual, por ejemplo, puede que estuviéramos casados y nos divorciamos o que exista una separación física por algún viaje, incluso puede ser que se de en una madre cuya hija se va de casa. En este caso la separación no se lleva de buena manera, por lo que el estrés se refleja con el herpes.
Por otro lado, el arrepentimiento nos puede hacer aparecer el estrés en la piel. Si hay algo que dijimos y no queríamos decir, el herpes puede aparecer en los labios. Mientras que si nos arrepentimos de alguna relación sexual, el herpes puede aparecer en los órganos sexuales.
Una cosa importante del herpes es que también tiene la función de mantener la distancia con los demás, ya que es como una forma biológica de ahuyentar. Y aquí también podemos hablar de un contacto forzoso: no queríamos que alguien nos besara, no queríamos tener relaciones con alguien, de alguna manera nos vimos forzados y el contacto nos desagradó.
Comprensión amorosa
Si se reconoce que el herpes es por separación, hay que aceptar si esa persona ya no va a volver y soltarla; si va a volver, por ejemplo, que se haya ido de viaje, hay que aprender a ser pacientes para sobrellevar de buena manera la separación. Por otro lado, si lo que pasó fue un contacto forzoso, es necesario hablarlo de manera frontal y ver si le podemos dar una solución real o de manera simbólica, a través de dinámicas que nos ayudan a liberarnos de esa carga. Sin embargo, hay que encontrar la forma de establecer nuestros límites.
Si reconocemos que el herpes es por un arrepentimiento, hay que hacernos responsables de nuestras decisiones y ver, como lo mencionamos antes, si le podemos dar una solución real o simbólica a nuestras palabras o acciones.