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Apendicitis
Presencial o en linea con el equipo de Fernando Sánchez
El apéndice es un saco de tejido intestinal que se sitúa en la parte inferior derecha del abdomen. Se sitúa cerca de la unión del intestino grueso con el intestino delgado. En épocas anteriores se desconocía la función del apéndice, se creía que era un órgano vestigial; actualmente se sabe que su función es la de hacer posible que ciertos microbios puedan crecer para controlar y estimular la acción de nuestra flora intestinal.
La apendicitis es la inflamación del apéndice que causa un fuerte dolor que comienza cerca del ombligo y se extiende al abdomen. La presencia del dolor puede variar dependiendo de la edad de las personas y la posición del apéndice: por ejemplo, en mujeres embarazadas el apéndice suele subir su posición. Además, otros síntomas de la apendicitis pueden ser:
- Dolor abdominal que aparece o empeora al toser, caminar o realizar otros movimientos.
- Pérdida de apetito.
- Náuseas.
- Vómitos.
- Fiebre.
- Estreñimiento.
- Diarrea.
- Hinchazón abdominal.
- Gases.
De acuerdo con la medicina oficial, la apendicitis puede ser causada por una obstrucción del apéndice, lo que puede causar una infección: los microbios pueden empezar a multiplicarse y el apéndice se puede llenar de pus. Cuando estas primeras señales no se tratan, el apéndice puede llegar a romperse y a abrirse y entonces se tiene que extirpar.
La apendicitis desde la Biodesprogramación
En el caso de la apendicitis encontramos un conflicto de no poder eliminar el pedazo, vivido en términos de mucha ira.
Recordemos que las enfermedades terminadas en “itis” (inflamación) reflejan una ira muy fuerte que ha sido reprimida y que se ha ido acumulando. Cuando hay apendicitis encontramos que hay situaciones que no toleramos, que no podemos aceptar o que sentimos que son sucias y que nos dañan, vividas en términos de “esta situación me revienta” y, además, hay una sensación de que no tenemos salida.
Comprensión amorosa
En casos donde las situaciones nos llevan a acumular mucha ira, lo primero que recomendamos es encontrar los conflictos que nos activan la emoción: al encontrar esos conflictos hay que entender por qué nos molestan. Por ejemplo, podemos sentir que nos atacan o que nos desvalorizan: hay que ver por qué lo vivimos de esa manera, quizá en nuestra casa alguna situación similar nos programó a vivir esas emociones de manera muy intensa. Identificando la emoción, debemos ver si es posible comunicar nuestro malestar para tratar de cambiar nuestra situación; si no se puede, hay que cambiar la perspectiva de nuestro problema y encontrar para qué lo estamos viviendo; y si tampoco nos ayuda a sentirnos mejor, hay que alejarnos.
También es importante recordar que se puede buscar sanar expresando simbólicamente las emociones guardadas: se pueden hacer cartas para sacar el enojo guardado a las personas que nos han hecho daño.