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Amigdalitis
Presencial o en linea con el equipo de Fernando Sánchez
La amigdalitis, conocidas como anginas, son una inflamación de las amígdalas. Las amígdalas son un tejido ubicado al final del paladar, a ambos lados de la campanilla, son parte del sistema linfático que se encarga de la limpieza y mantenimiento de los tejidos. De acuerdo con la medicina oficial, esta es una infección causada por virus o bacterias y es muy común en los niños.
Los síntomas de la amigdalitis pueden variar, pero podemos encontrar los siguientes:
- Irritación o inflamación de la garganta.
- Dificultad al tragar.
- Bajo apetito.
- Dolor de estómago, náuseas o vómitos.
- Fiebre.
- Dolor de cabeza.
- Afonía, que es la pérdida de la voz.
- Capa blanca o amarilla en las amígdalas.
- Debilidad.
La amigdalitis desde la Biodesprogramación
Los problemas de la garganta los podemos entender desde dos conflictos: de territorio y de comunicación.
Las personas que no expresan lo que sienten, que no dicen nada cuando quieren decirlo y que se lo guardan todo, son más susceptibles a sufrir de amigdalitis. Las amígdalas hacen estrés cuando sentimos que alguien invadió nuestro territorio, casa, pareja, trabajo, familia, metas, y no nos atrevemos a defenderlo o delimitar los límites. También cuando vivimos en una situación en la que no nos atrevimos a comunicar algo que realmente queríamos decir.
Ante una situación determinada, por supervivencia haremos lo que más convenga. En el caso de evitar hablar, es importante encontrar el momento en el que apareció el síntoma, encontrar dónde se programó la creencia que había que callar lo que pensamos.
Podemos resumir la amigdalitis como un problema de vivir en una contradicción: querer decir algo y no decirlo. También puede ser que tengas un secreto guardado que se quiera decir o que se tema que salga a la luz, por lo que se hace ese estrés en la garganta.
Comprensión amorosa
Hablar es nuestra principal forma de arreglar conflictos, por lo que, al evitar hablar, en realidad solo estamos evitando arreglarlo, lo prolongamos y nos dañamos.
Sé consciente de las cosas que no has dicho y a quién no se las has dicho. Desde la biodesprogramación, recomendamos intentar solucionar el conflicto: hay que ver si hay manera de hablar con las personas que nos causaron ese malestar sin causar mayor conflicto. Si no es posible, recordemos que el cerebro no distingue lo real de la ficción, por lo que escribirlo en una carta o simplemente cerrar los ojos, imaginar a esas personas y decirles lo que tengamos que decirles. Agradece lo que has aprendido de esas experiencias y sueltalos.